miércoles, 17 de marzo de 2010

RAZÓN DE LA SINRAZÓN (A PROPÓSITO DE LA LEY DE TRÁNSITO)

Perspectiva
Columna de los miércoles en La Prensa Libre

Por Federico Malavassi

Es evidente que se ha ejercido mucha presión sobre la Asamblea Legislativa para la aprobación de la criticada reforma a la Ley de Tránsito.

El resultado fue de esperar: normas asistémicas, castigos exagerados, violación del principio elemental de “non bis in ídem”, multas astronómicas y una numeración equivocada. Jueces y expertos criticaron con vehemencia el resultado normativo.

Y es que no se debe legislar al calor de las campañas de los medios de comunicación, con miedo a la presión de los periodistas y sin entender las tácticas de los pasillos del MOPT y demás oficinas públicas. No hace muchos años impulsaron una campaña de reformas que supuestamente terminaría con los accidentes y temeridades y utilizaron la presión de los medios de comunicación contra los diputados. Incluso, los proponentes se atrevieron a asegurar que sabían que había cambiado el criterio de la Sala Constitucional (¿astrología, prevaricato o bateo?). El resultado fue insignificante, pero el noviazgo proponente se presentó unos pocos años después con nuevo paquete de reformas. Y algunos medios de comunicación salieron a presionar nuevamente … Para el MOPT es una forma de evadir responsabilidades, diluirlas en acusaciones de mala legislación y pasarle la factura a otro.

Un Ordenamiento Penal (buena parte de las normas de Tránsito constituyen Derecho Penal especial) debe tener sistema, proporción, respeto por principios básicos, razonabilidad, racionalidad y lógica. Debe engarzarse adecuadamente con los principios constitucionales y con los principios del Derecho Penal (sustantivo y procesal). La reforma que se aprobó evidenciaba carencias en todo ello.

Lo curioso es que ahora que un grupo de diputados intenta introducir algunas mejoras, aparecen los promotores de la criatura con afirmaciones ininteligibles: que una nueva cultura (¿a punta de exageraciones penales?), que en cuanto más caro sea obtener una licencia entonces habrá menos accidentes (y por supuesto que si nadie puede conducir, entonces posiblemente no haya accidentes), que porqué aceptaron que había presión de la prensa (… y la siguen haciendo). En fin, afirmaciones de antología para tratar de detener un movimiento legislativo de razonabilidad de la norma.

Quizás sea necesaria un poco de historia que ayude a recordar quién fue Dracón y en qué terminó la excesiva severidad legislativa. Tal vez sirva un poco de reflexión para repasar que no vale la pena sacrificar la libertad para obtener seguridad y cómo los pueblos han aprendido la lección.

Evidentemente falta amor por la libertad, compromiso con la responsabilidad, diagnóstico sobre el desempeño administrativo y adecuado uso de los instrumentos públicos, estudio sobre la utilización de la ley como instrumento social y respeto por las personas.
El miedo, como siempre, es mal consejero.

1 comentario:

Ignacio Alfaro Marín - Doctor Condominio dijo...

Es evidente que Usted nunca ha sufrido al pérdida de un ser querido a manos del alcohol en el volante. Si bien es cierto se pueden bajar las multas, acomodar los puntos, etc. Hay dos verdades que me parecen innegables:
1.- La ley podía razonabilizarse sin tener que ceder espacio a una conducta tan nociva como el alcohol en carretera (del que de nuevo, me imagino usted nunca ha sido víctima).
2.- Las leyes deben ser severas con quien no las cumple. El respeto por la ley (pilar también de la libertad en la que creo más profundamente de lo que usted puede saber) se ha perdido y eso es lo que hace que el populismo exija severidad. La culpa de estas tendencias ultra-drconianas la tienen quienes fallaron durante el tiempo en que tuvieron el poder en ponerle solución a los problemas con medidas menos severas. No funcionó. Si hubieran funcionado esas linduras ingenuas que hoy se predican por quienes dicen oponerse al "populismo parlamentario" nadie pediría hoy severidad (o al menos serían minoría).
Los enemigos de la libertad no son los que la coartan sino los que en su nombre permiten que sus enemigos se fortalezcan. Y puede pasar también en política mayor. Cuidado!