miércoles, 10 de marzo de 2010

INCAPACIDADES DE SINTRABAJAP

Perspectiva
Columna de los miércoles en La Prensa Libre
Por Federico Malavassi

Desde hace muchos años hay un cuestionamiento creciente y disimulado de las “incapacidades” médicas y en particular de algunas de las de la CCSS.


¿Por qué? ¡Qué difícil decirlo por tratarse de un “acto médico”! Pero a patronos y compañeros de trabajo nos consta que algunas personas, con toda la frescura y “cara’e barro” manifestaban que determinado día no irían a trabajar o se salvarían de tal o cual examen presentando una constancia de enfermedad.


Médicos amigos me han manifestado que algunos consultantes pedían la constancia de entrada, evidenciando que era más importante la constancia que el eventual remedio de la supuesta enfermedad.

Por supuesto que esta es un área en la cual se cumple aquello de que “unos de comen la piña y a otros les duele la panza”. Recuerdo múltiples casos de empresas que se enfrentaban a jugadas colectivas de sindicatos o trabajadores que, sorprendentemente, parecían contar con municiones inacabables de incapacidades caprichosas.


En el caso de los exdirectores de la Sintrajap es asombroso que todos cayeran incapacitados (por supuesto que no es asombroso que no quisieran trabajar). No obstante, no será el primero ni el último de los casos en que se podría estar frente a un abuso de la figura de la incapacidad. ¡Qué difícil proponer normas generales que ordenen esta materia y también sean justas! Es igual que el caso de los médicos de equipos de fútbol: he visto a algunos más interesados en las tácticas del partido que les interesa “enfriar” o “alterar” que en la salud, buen ejemplo y juramento hipocrático.


Dicen que los lunes es el día que más se gestionan incapacidades (es que el fin de semana, en lugar de ayudar a reponer energía, parece ser la ocasión de muchos males para la salud: cansancio, accidentes, partidos de fut, jaibol y ocupaciones alternativas). En algunos casos la medicina de empresa ha ayudado a evitar los engaños, pero en otros hay que reconocer que los pacientes son verdaderos artistas, capaces de merecer el “oscar” más que los premiados por la Academia.


En nuestra historia ha habido de todo, hasta un ex ministro que estaba incapacitado para trabajar en su profesión, pero no para hacer de ministro y cobrar.


¿Quién saca a un médico complaciente de su parcela profesional para que nos diga la puritica verdad? Quizás es hora de que patronos, directores médicos, CCSS y la sociedad aproveche tan descarada coyuntura para empezar a enderezar el asunto.


No es un tema médico, es un tema moral. Algunas veces la factura la paga la seguridad social, pero es indudable que hay inmensos costos sociales y morales que nos obligan a enfrentar el desaguisado y no dejarlo pasar invicto.


¡Que por lo menos sepan que los estamos viendo y no nos tragamos el anzuelo!

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