lunes, 20 de octubre de 2008

LO BUENO Y LO MALO DE LOS TRES

Opinión
EL FINANCIERO
Federico Malavassi

Los tres arribarán desde la función pública. Ella con la bendición del Presidente, en papel de sucesora oficial. Uno en la ambigua situación de “no renuncié ni me pidieron la renuncia”. El otro desde la Alcaldía y el Desfile de la Luz. Será una batalla difícil y complicada.
Johnny Araya tiene la ventaja de haber empezado antes y tener un poco más trabajadas las estructuras. Laura Chinchilla tiene la polivalente posición de ser la ungida oficial que mereció trapeada del TSE: para todos será la candidata de Oscar Arias, con lo bueno y lo negativo que ello pueda implicar. Fernando Berrocal, a pesar de haber sido ministro de la actual administración, parece querer capitalizar una postura crítica y diferenciada.

Si desde la Administración Pública se impulsan las influencias, podría llegar a tener ventaja Chinchilla. Resulta difícil resistir la presión de la telaraña de propuestas, ayudas, recados y favores de palacio. Si, en cambio, las bases del PLN resintieran las acciones del poder, tal independencia más bien podría beneficiar a los otros candidatos. ¿Por qué? Araya tiene estructura diferenciada, construida desde una larga gestión municipal. Berrocal más bien habría de invocar su separación del Ejecutivo para inspirar una trayectoria separada.

Si las cuestiones ideológicas primaran la decisión, es factible que resulte favorito Berrocal. Podría
alegar mayor nexo con la tradición socialdemócrata del partido y con algunos sectores de viejo cuño. Araya tendría que apelar al pragmatismo. Su vinculación familiar podría resultar bivalente, por la defección de su hermano Rolando. Así, debería conducir la visión general hacia la larga trayectoria municipal. El as de Chinchilla podría ser la figura de la tecnocracia. Consultora, politóloga, los ministerios de Seguridad y Justicia y la diputación podrían presentarse como un currículo notable.

El género podría llegar a jugar. A no dudar, Chinchilla es la más encantadora de los tres. Pero el tema también puede llegar a desarrollar reacciones y contrapesos. No hay que olvidar que la salida de Berrocal generó muchos sentimientos y opiniones. Tuvo su hora con los medios y logró aunar algunas voluntades. El asunto es si la cuerda era para rato …
En cuanto a Araya, no se puede olvidar que la gestión municipal ha generado opiniones encontradas. Una vez que se abandone el cargo aparecerán los reclamos y las facturas. Tal vez algo más …

La carrera de Chinchilla conforma una buena proyección para generar confianza en una posible gestión. ¿Será eso suficiente? También pesará la idea de que deja solo al Presidente en la tribulación. La sostenida gestión municipal de Araya podría haber creado una personalidad singular. ¿Habrá trascendido más allá de la capital? Haberse separado casi en pleito de la gestión de Óscar Arias podría constituirse en una diferencia que beneficie las pretensiones de Berrocal. Pero también es susceptible de mirarse como ingratitud o incapacidad.
Chinchilla podría verse como una deseada extensión del mandato Arias. Ello daría unos votos, pero la cuestión es medio triste. Un supuesto deseo del Presidente en tal sentido no necesariamente va a beneficiar una campaña. ¿Tiene derecho a pensar que tiene que elegir sucesora?

Inauguraciones y desfiles más un poco de fanfarria han convertido al alcalde de San José en un personaje que compite con los de farándula. ¿Vale igual despojado de la Alcaldía? ¿La constante exposición lo ha convertido en ídolo o lo ha desgastado?

El tema de la seguridad ciudadana desvela a todos. Se recuerda por parte de muchos que había más decomisos de droga y espectáculo alrededor de ello con Berrocal. ¿Aguantará tal recuerdo un análisis exhaustivo de las causas del deterioro de la seguridad?

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