jueves, 25 de septiembre de 2008

EDITORIAL DE LA PRENSA LIBRE DEL 24.SEP.08


El presidente de la República, Óscar Arias Sánchez, se quejaba el pasado 14 de setiembre por el clima de ingobernabilidad que se respira en el país.

Antes, hicieron lo mismo en su momento otros presidentes, hasta llegar a él mismo hace 20 años. Rafael Ángel Calderón, José María Figueres, Miguel Ángel Rodríguez y Abel Pacheco se quejaron porque no se les dejaba gobernar.

Y si se revisa con cuidado el asunto, la única conclusión lógica es que siempre han tenido razón.

Pero lo malo ya no es que no se pueda gobernar, sino el hecho de que pocos parecen entender cómo debe funcionar el sistema costarricense, y menos aún dan la impresión de querer hacerlo funcionar.

El primer elemento aquí —y lo decía ayer el columnista de LA PRENSA LIBRE Federico Malavassi— no es solo el Poder Ejecutivo el responsable del Gobierno. También lo son el Poder Legislativo, en primer lugar, y el Poder Judicial, de manera que todo se resume en un sistema de pesos y contrapesos, donde las responsabilidades están repartidas y los controles también.

El segundo elemento, sin embargo, gira en torno a los integrantes de cada uno de esos poderes, y la forma en que estén dispuestos a encarar las responsabilidades que tienen. Por ejemplo, casi siempre se ha dado una coincidencia entre los diputados provenientes de partidos de oposición, en torno a que no sienten la responsabilidad de proponer. Y además, piensan que ser de oposición implica descartar, a priori, todo lo que propongan los oficialistas.

En este fenómeno descansa mucho del problema de ingobernabilidad del que se ha hablado tanto en el país desde hace muchos años. Es más una cuestión de actitud; de entender que quienes ganan las elecciones reciben un mandato del electorado. Se asume siempre por parte de la oposición que se recibió el mandato de no gobernar. Pero, esta tesis es incorrecta, porque si fuese así, nunca habría Gobierno, pues ningún presidente en este país ha recibido nunca el apoyo de más de la mitad de los ciudadanos. Esto quiere decir que todos los presidentes han tenido de frente una mayoría de gente que no votó por ellos.

Y, en el caso de los diputados, se equivocan de nuevo cuando piensan que a la oposición no le toca ayudar en el trabajo de Gobierno. Así, por ejemplo, muchas veces se compromete la situación operativa del Poder Judicial, al no aprobar recursos para sus actividades, a pesar de que una inoperancia allí castiga a toda la población por igual.

Finalmente, sí es cierto que se deberían replantear algunos procedimientos. Especialmente los que se han establecido en materia de control pero que termina, más bien, evitando que se hagan las cosas, en lugar de evitar que quienes deban hacer las cosas se roben las platas.
Pero, es curioso que a pesar de la crítica repetitiva de quienes llegan a encabezar el Ejecutivo, nadie entre los que tienen el poder para tomar las decisiones, ha tenido la iniciativa de plantear esas reformas. Da la impresión de que, en el fondo, todos quieren seguir en lo mismo, quizá pensando que así se puede sacar algún rédito político.

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