miércoles, 13 de febrero de 2008

NUEVO CURSO LECTIVO

Perspectiva
Columna de los miércoles en La Prensa Libre
Por Federico Malavassi

Al igual que hace muchos años, acaba de empezar el curso lectivo del año 2008.

Me refiero, en general, a escuelas y colegios.

Las universidades privadas entraron hace rato y hay algunos centros de educación que usan otros períodos.

El MEP estima que más de 900 mil estudiantes han ingresado a clases. Para muchos la educación es la única oportunidad en la vida, para otros es un mero peldaño más, algunos la usan por cumplir y para otros es un verdadero lío, una molestia. No faltan quienes se angustian con su paso por el sistema educativo.
Algunos padres de familia celebran la entrada a clases porque significa que no tendrán a los niños en la casa, a los hijos vagando por ahí y el sistema les ayuda a controlarlos.
Otros, es deseable que fueran los más, entienden el valor de la educación en la formación de sus hijos, en la construcción de oportunidades y en el diseño de su vida.

¿Y los maestros? Seguro que igual. Unos celebran, otros empiezan a idear incapacidades y algunos sienten que es como una rifa, van con los dedos cruzados esperando que el destino no les tenga una desagradable sorpresa.

El Estado costarricense se comprometió, en un tratado internacional (los cuales suscribe empeñando en su cumplimiento el honor nacional), a que los años lectivos fueran de al menos 200 días lectivos efectivos. ¿Cuánto ha costado este precepto?
Lo peor es oír a los propios padres de familia diciendo que es mucho.

Algunos gremios maldicen el precepto. Otros negocian para cumplirlo. El Estado ha recurrido a pagar un incentivo. Hemos demostrado que si se paga antes de cumplirse los 200 días, cunden las incapacidades e incumplimientos.

Y eso que se trata solo de una meta formal (tangible). ¿Cómo va el resto? El Ministerio de Educación acaba de abdicar, rendirse o capitular en relación con las pruebas de noveno año. Igual que con el curso de 200 días, sobran razones para no cumplir con las pruebas. Tampoco han escaseado voces de padres satisfechos con la supresión de pruebas.

¿Qué quieren para sus hijos? ¿Unos cursitos light -bajos en contenidos, esfuerzo y trabajo- y la aprobación de títulos aunque no representen nada? Por eso no reclamaban cuando un grupo de profesores de inglés no sabía nada de inglés.

La escuela debe ser un lugar de esfuerzo, trabajo y realidades. Si bien es cierto que el aprendizaje debería ser lúdico, agradable y estimulante, lo cierto es que requiere calidad, resultados y laboriosidad por parte de todos. Los pequeños deben aprender a leer, escribir, sumar y multiplicar. Los más grandes deben saber cuestiones más complejas. El conocimiento es poder y la inversión que hace nuestra sociedad en educación es con colones reales. Se requieren resultados tangibles y no excusas ni eufemismos.

Hay algunos educadores que creen que el fin de la educación es el fin de semana, el fin de mes y el fin de año. Hay estudiantes que opinan que lo mejor de las clases son las vacaciones. ¡Así no puede funcionar bien el sistema! Es plata perdida, tiempo perdido, ilusiones truncadas, deformación de la actividad y defraudación.
Una buena solución es descentralizar el sistema público. Otra, a la salida, hacer exámenes de incorporación en los colegios profesionales. Pero puede haber mil mejoras más. ¿Cuándo empezamos?

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