lunes, 18 de febrero de 2008

ASAMBLEA LEGISLATIVA, DIPUTADOS Y ...

Columna Ojo Crítico

Por Rodolfo Cerdas
La Nación 17.feb.08
La diputada Morales, con voz quebrada, se declaró resentida y se retiró del plenario porque se le negó la palabra. Sintió en carne propia la política del limón exprimido, al que primero se le cultiva y aprecia; luego, se le saca el jugo; y, ya exprimido, se le desecha. La falla de los exprimidores es que la regresaron a su bancada cuando aún tenía mucho jugo que dar, lo que no compensa el cálculo taimado de que se cometa con ella el mismo error que el PAC cometió con la anterior fracción.
Los libertarios, a su vez, hicieron valer de nuevo su independencia, distanciándose del cuento de que el depósito del TLC requiere la aprobación previa de las leyes complementarias. Además, siguen velando por la correcta aplicación de los procedimientos y principios parlamentarios, violentados con demasiada frecuencia con reformas y decisiones ad hoc que anulan, de hecho, derechos esenciales del sistema representativo.
Como para ciertos sectores “el fin justifica los medios” y está bien la precipitación y el autoritarismo, siempre y cuando se favorezcan sus intereses, no extraña que pidan prescindir de la publicidad de los proyectos, su discusión abierta, el debate a fondo, etc., y exijan votarlos y aprobarlos sin más trámites. Claro, cuando los perjudicados son sus intereses, entonces actúan exactamente al contrario y claman por el Estado de derecho.
El Libertario no comió cuentos y declaró sus reservas contra ese erróneo proceder que deslegitima al parlamento, debilita el sistema y transforma la democracia representativa en una delegativa, en la cual el Ejecutivo obtiene enormes poderes en detrimento del Legislativo y Judicial, y de la sociedad civil. Esos círculos quisieran tener en la Asamblea no un parlamento, sino un sello de hule. De ahí muchas de las antipatías ganadas, ayer, por Federico Malavassi y, hoy, por Mario Quirós. Aunque, cuando se trata de sus intereses, corran tardíamente a darles la razón.
Esto ocurre por un reglamento legislativo que no sirve y no se cambia; por una dirigencia política obsoleta, timorata y sin imaginación, que alimenta el desencanto, la crisis del régimen y de los partidos; por la falta de una profunda reforma política que ni siquiera se plantea; y porque la que está propuesta no llega ni a sinapismo, para una enfermedad política que, como la corrupción, asesina silenciosamente la democracia.
El dilema es simple: o una reforma política en serio, o la apertura de abismos con fondo inescrutable. El mundo está revuelto. En todas partes se ven conflictos delicados. Una democracia como la nuestra debe tener sus barbas en remojo.

No hay comentarios: