miércoles, 25 de noviembre de 2009

LA MUERTE DE DON ANTONIO LEHMANN

Perspectiva
Columna de los miércoles en La Prensa Libre
Por Federico Malavassi

Tuve el honor de conocer a don Antonio Lehmann. Me gustaba mucho su actividad empresarial. Considero que los libros son joyas y, por supuesto, era casi envidiable la actividad de importarlos, venderlos, exhibirlos en la Librería, imprimirlos y editarlos e, incluso, algunas veces promoverlos y proyectarlos. Durante muchos años fue el único empresario que promovió la venta de libros de Derecho y legislación impresa. Ahora el tema es abundante, pero antes no era así. ¡Cuánta cultura se impulsó gracias a la actividad de impresión! Debo señalar que siempre me trató con respeto y atención y resultaba muy agradable y estimulante conversar con él.

Me ha dolido mucho su muerte y más aún la forma en que lo sorprendió. Espero que tan lamentable suceso conmueva a todos los costarricenses. Pareciera que no ha sido suficiente percatarnos de la penetración de las bandas narcotraficantes, de barriadas que prácticamente están en manos de malhechores de determinadas nacionalidades (no soy xenófobo), de cómo la avioneta de Seguridad Pública no está a la orden de para transportar un cargamento de drogas pero sí a los caprichos de una diputada, de cómo es la propia policía quien despoja el cadáver de un dirigente solidarista (las cámaras lo demostraron) y de la noticia diaria sobre robos, asaltos, asesinatos y violencia.

Un domingo en la noche, cuando todos pensamos que hay más tranquilidad, dentro las paredes de un lugar familiar y sosegado acaeció el inesperado asalto y asesinato. No andaba buscando el peligro …

¿Cómo convencer a nuestros hijos de que no se trata de su conducta sino de algo que enferma a nuestra sociedad? ¿Cómo entender todos que no se trata de personas que andan buscando el peligro sino que éste acecha por todas partes? ¿Cómo tomar conciencia de que no se trata de una “percepción” sino de un riesgo real que carcome a toda la sociedad?

Así como el Estado costarricense hace aguas en el tema de la red vial, es urgente reconocer que en el ámbito de seguridad la situación es peor. A cualquiera de nosotros le puede tocar la desgracia, en cualquier lugar y en cualquier momento. Los motivos sobran. Puede ser por el teléfono celular (hay robaventas que los reciben a cualquier hora de la madrugada, abren 24 horas), por la guitarra o instrumento que aprenden a tocar, por quitarle a uno los cuatro reales que lleva encima, por el vehículo, la cartera, el bolígrafo, los aretes, las tarjetas o lo que sea … ni en el interior de un restaurante, soda u hotel estamos a salvo. ¡Menos en nuestras casas! ¡Nadie está a salvo!

No hay cárceles suficientes y en ellas no existe lo que debería haber. Algunas autoridades están más preocupadas de la persecución y acoso laboral que de administrar bien las cosas: los resultados están a la vista.

En la administración anterior nos extorsionaron con la idea de que se trataba de un problema de más impuestos (por una parte) y de una reforma penal cuyos tiempos manejaron caprichosamente para presionar (por el otro lado). Es obvio que buena parte de la administración pública no se toma el tema en serio. Es urgente que pongamos las cosas en su lugar.

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