Columna de los miércoles en La Prensa Libre
Por Federico Malavassi

El entonces Presidente Ejecutivo del monopolio fue reactivo y porfiado, aseguró que eso no era así, que lo había pagado Alcatel. ¡Que mollera más dura y que actitud más difícil! Esa no es manera de defender al pueblo.
Acabo de oír la declaración de Walter Reiche en el juicio por el préstamo finlandés y la CCSS. Me duele pensar cómo se tramitó el asunto en la Asamblea, tiempo récord. Un solo legislador (Otto Guevara, libertario) se abstuvo de aprobarlo. Imagino la presión y los argumentos para sacar adelante la cosa: siempre tildan a quien se opone de antipatriótico, filibustero y negativo. No es de extrañar que quienes aprobaron el préstamo finlandés fueron los mismos que “investigaron” el préstamo español (también CCSS) y concluyeran que no había nada anómalo.
Si alguno propone investigar, indagar o buscar otras opciones, terminarán colgándole etiquetas: enemigo del pueblo, contrario a las conquistas sociales, saboteador de la medicina popular y otras iguales.
Recuerdo cómo me introduje al Hospital San Juan de Dios un domingo por la noche. Dos médicos me esperaban para explicarme y demostrarme cómo se había dado la “sobredósis de equipo”. Me indignó constatar la mala calidad del equipo, la mala administración de los préstamos citados (español y finlandés) y cómo nuevas gerencias y alta administración de la CCSS hizo de lado la opinión de los médicos que estaban a cargo de las responsabilidades. De paso se percata uno de que hay una pésima administración de necesidades (exceso de equipo pero falta de quirófanos, equipo dónde no se necesita, más equipo del mismo, falta de atención a los requerimientos). El caso de una cámara bariática que ha sido usada como depósitos de trapos de piso es ejemplo de estos asuntos.
Pero el caso es que había plata de por medio, hubo carreras diputadiles, hay jerarcas dispuestos a tapar todo y, además, hay otros diputados dispuestos a investigar y concluir que no ha pasado nada.
Al final, el pueblo siempre paga. Paga las mordidas, paga las comisiones, paga los sueldos de quienes le sirven mal, paga la estulticia del monopolio, paga las investigaciones que no llevan a nada, paga el sobreprecio que conlleva una contratación con comisiones …
¿Cuántas veces habrá que repetir estas cosas para que tomemos conciencia? De mi parte, prometo hacerlo las veces que resulte necesario. No hay que olvidar. Si no hay recuerdo, pronto se repetirán los negocios y las comisiones.

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