miércoles, 25 de febrero de 2009

MATRIMONIO, FAMILIA E HIJOS

Perspectiva
Columna de los miércoles en La Prensa Libre
Por Federico Malavassi

¡Por supuesto que amo la libertad! Asimismo, es claro que pretendo que haya respeto por la libertad de expresión, por la libre exposición de los pensamientos y que cada cual pueda pensar con amplitud.

Sin embargo, algunas tendencias y concepciones actuales pretenden imponer modelos o verdades como si fueran únicas. Eso no está bien.

¿Cómo funciona el asunto? Fácil, se van filtrando expresiones y repitiendo afirmaciones hasta imponerlas.

Una de las más molestas es aquella que dice que hay que disfrutar la vida antes de casarse. Se refuerza con la afirmación de que los hijos son un ancla que impide el libre navegar. Hace poco, en una película, se expresaba que algo así como que “todavía no matrimonio e hijos, ¡amo la vida!”.

Esas afirmaciones van calando hondo en todo el mundo y van formando creencias muy difíciles de erradicar. Basta agregarle unas cuantas especias y quedan las nuevas verdades: “no soy feliz en mi matrimonio”, “mejor no casarse ni formalizar (muchos menos por la Iglesia), hasta estar seguro de que todo va a salir bien, de que nos vamos a llevar bien y de que vamos a ser felices”.

Por supuesto que la gente termina creyendo que el matrimonio es un amarre, que los hijos son un ancla y que la familia es una aburrición. Son las creencias que sembramos y abonamos con consistencia (porque lo decimos o porque callamos cuando lo oímos).

Me parece que, de tal modo, vamos camino a serios problemas morales, sociales y religiosos. No estamos promoviendo un compromiso entre las personas, olvidamos el amor y tenemos una grave confusión con el concepto de libertad.

Con tan errada doctrina estamos fomentando el temor al matrimonio, a formar familiar y a tener hijos. Los hijos, entonces, serán vistos como desgracias, la familia como cárcel y antigüedad y el matrimonio como cadenas.

Libertad es escogimiento, pero también y fundamentalmente es responsabilidad. Hay que responder por nuestras decisiones.

Cuando nos casamos, no deberíamos pensar en el gusto que nos vamos a dar sino en la felicidad que vamos a entregar. Cuando tenemos hijos no podemos verlos como hipotecas sino como posibilidades y crecimiento.

Si no entendemos qué es el amor, estamos fritos y condenados a ser desgraciados. No hay que confundirlo con enamoramiento.

Una familia con amor, unidad, responsabilidad y, además, con hijos, es mejor que cualquier fortuna. Estoy seguro de que familias así resultarán en mejores sociedades. Y, por supuesto, no es un tema de leyes y reglamentos.

Hijos, familia, matrimonio y amor son vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este tipo de comentarios me parece totalmente atinado en una sociedad como la actual que lo que ha hecho es tergiverzar estos conceptos, transformándolos en toda clase de cosas negativas. Reafirmar el valor del matrimonio, la familia y los hijos, es garantizar una sociedad fuerte que sepa luchar contra enfermedades sociales cada vez más frecuentes.

Ana Iveth Rojas dijo...

Muchas gracias por publicar un artículo sobre un tema tan importante. Una vez en el trabajo escuché a una persona decir que: "no debíamos alejarnos, olvidarnos de lo fundamental, de lo básico"; esas palabras se me quedaron en la cabeza y ahora creo que se puede aplicar a todo en la vida.

La familia es la base de la sociedad, ya que en ella es donde se crea, se desarrolla y se crece. Actualmente el concepto ha variado mucho, dado que sus miembros son muy variables entre una y otra, sin embargo, si es muy importante tener presente que en una familia, en un hogar, debe estar o se debe encontrar siempre el amor; un amor en el que se reflexione, se converse, se corrige, se llame la atención, se rete, en fin; un amor que nos ayude a crecer y desarrollar sin egoismos para con nosotros y los demás.

Creo que si se puede, de hecho creo que se debe disfrutar antes del matrimonio, pero de una forma sana, con límites, sin correr, simplemente haciéndolo como debe ser, con paciencia y sabiduría.