miércoles, 23 de abril de 2008

DÍA MUNDIAL DEL LIBRO Y DERECHOS DE AUTOR

Perspectiva
Columna de los miércoles en La Prensa Libre
Por Federico Malavassi

Hoy es el Día Mundial del Libro y de los Derechos de Autor, instituido por la Unesco (Conferencia general de 1995, París) y fundado sobre la tradición catalana de regalar una rosa el 23 de abril a los compradores de libros. El libro es anterior a la Imprenta, mas hay es claro que tal invento lo llevó a una inmensa difusión. Esta celebración encierra mucho más de lo que se aprecia a simple vista, sobre todo en el 2008, año Internacional de los Idiomas (es innegable que un idioma sin acceso a publicación de libros está cercenado. En el mundo de la propiedad intelectual se habla de las obras del espíritu. Los derechos de autor conllevan derechos patrimoniales y derechos morales (principalmente reconocimiento de la autoría y respeto a la integridad de la obra).

Nuestro ordenamiento jurídico reconoce la propiedad intelectual en la Constitución (artículo 47) y en diversos cuerpos de legislación organizada desde 1896. Algunos consideran que la lectura está pasando de moda. Los multimedia y los audiovisuales a veces arrasan con todo el tiempo de las personas. Giovanni Sartori, por ejemplo, llama la atención sobre el exceso de TV (la nueva escuela) y cómo afecta la formación de la cultura. El “homo videns” pierde posibilidades de abstracción, se olvida la función simbólica de las palabras y se deterioran las facultades de representación y formación de conceptos. Algunos hacen un paralelismo entre las denuncias de Sartori y las de Ortega y Gasset (La Rebelión de las Masas y la apología de la vulgaridad y la mediocridad). El bombardeo de imágenes y su acompañamiento con los medios modernos nos pone en riesgo de perder la imaginación y la capacidad de abstracción y pensamiento (además de su organización y formación) y olvidarnos de las letras. No hay que llegar al conocimiento abstracto ni imaginar o recrear lo ve: la imagen está allí presente y total. La fecha 23 de Abril es especial y motivo suficiente: el 23 de abril de 1616 murieron Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega (Gómez Suárez de Figueroa, el mestizo biológico y espiritual por antonomasia: no confundir con Garcilaso de la Vega). Señala la Unesco que con esta celebración aspira a promover la lectura, la protección a los derechos de autor y la propia industria editorial.

Obviamente, leer da independencia. No es lo mismo compartir con miles y millones el bombardeo de la información audiovisual, que digerir individualmente las letras y las palabras en una relación íntima con un libro. Algunos subrayan, otros se devuelven y repasan, hay quienes construyen su propio índice de lo que leen y todo ello garantiza pensamiento, formación y crecimiento. Es día para meditar en el valor de la palabra, en la importancia de los hábitos de lectura (en viejos y añejados libros de pastas hermosas o en las nuevas ediciones electrónicas), en su relación con el desarrollo de las capacidades de pensamiento crítico, abstracción, desarrollo individual y autónomo de las ideas, rescate de la herencia cultural, aprecio por las artes y formación de facultades de expresión.

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