miércoles, 5 de diciembre de 2007

DOS PAPELONES

PERSPECTIVA
Columna de los miércoles en el Periódico La Prensa Libre
Por Federico Malavassi

La semana pasada fue testigo de dos papelones (o, como dicen los chiquillos: “dos peladas”). Los obispos, embarcados por alguien, mostraron serios problemas cognoscitivos en relación con el Tratado de Budapest, relativo al depósito de microorganismos.
Deberían hacerse asesorar mejor. Pero, siguiendo los yerros del clero anti TLC, repitieron argumentos que solo muestran que están mal situados en la zoología. Los microorganismos no tienen nada que ver con la vida humana. ¡Nada! Un poquito de Internet, un poquito de biología o buscar a personas de buena fe y no hubiesen planteado dudas sobre los embriones humanos y los microorganismos, sugiriendo una relación inaceptable al respecto.

Bastaba un poco de asesoría para no decir lo que se dijo en los medios de comunicación y campos pagados (pura autodifamación).

Bastaba un poco de historia natural, quizás un poco de biología, a lo mejor un poco de propiedad intelectual y un tanto de recordar que, además de los animales y las plantas, también hay fungi, monera y protista (según la clasificación más aceptable: Whittaker, porque algunos sugieren también bacterias –eubacterias—y archase–archaebacterias-). Asimismo, bastaba entender el sentido de depositar microorganismos y el papel que juega la invención o el descubrimiento.

Igual vimos con el editorial de La Nación del Domingo 2. Exactamente un ejemplo del “dime de qué presumes y te diré de qué careces” o la pava tirándole a las escopetas. El editorialista lo tituló “clientelismo con ocurrencias” y atacó duramente a un legislador que pretende racionalizar las reformas planteadas a la Ley de tránsito. Hace tiempo demostramos que el proyecto requería profundas enmiendas. Un problema básico es que las autoridades no atienden las observaciones que hace el Laboratorio de la UCR sobre carreteras y materiales. Tampoco atienden las causas directas de los accidentes. Igualmente, han confiado ciegamente en los que hace el monopolio de la revisión técnica y nunca siquiera han enseñado el contrato respectivo ni se ha demostrado cómo hicieron el aumento de capital. El proyecto fue presentado con serios errores o abusos inaceptables. Así se demostró.

Entonces ¿quién incurre en clientelismo? ¿Quién defiende el monopolio? Los errores del proyecto de ley fueron demostrados. O sea, no se podía aprobar como venía. Las propias autoridades públicas reconocieron los yerros en cuanto multas, grúas y predios de depósito. Pero el editorialista se entregó en cuerpo y alma, defendiendo lo indefendible, incluyendo las ocurrentes “multas” del proyecto y la falta de previsión sobre los accidentes. ¿Será el mismo editorialista que atacaba a quienes combatimos el paquetón fiscal de Pacheco? ¿Será la misma persona que me negó el derecho de respuesta? Unos redactores amigos de La Nación me reclamaron algunas afirmaciones relativas al actuar de algunas áreas del diario. Aquí tienen una nueva prueba. Si quieren lo discutimos en público.

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