miércoles, 6 de mayo de 2009

EL DISCURSO DEL PRESIDENTE

Perspectiva
Columna de los miércoles en La Prensa Libre
Por Federico Malavassi

Seguí con atención los sucesos del primero de mayo pasado en la Asamblea Legislativa.

Debo reconocer que el discurso y mensaje del Presidente de la República, don Oscar Arias, estuvo bueno. Bueno porque resultó acorde con las previsiones constitucionales. Era un informe y mensaje a la Nación a través de sus representantes. Asimismo, redactado en las formas a que nos tiene acostumbrados el actual Presidente: una metáfora que va informando y proponiendo.

Además, constitucionalmente correcto porque fue hecho con respeto y con las formas adecuadas: corto, al grano y sus asesores no incurrieron en el mal gusto y violación constitucional en que incurrieron los de los anteriores.

Hay que recordar que durante el mensaje de los anteriores Presidentes, sus asesores tomaban la transmisión maestra originada en la Asamblea y la contaminaban al gusto de la Casa Presidencial. Con ello desnaturalizaban la actividad, hacían demagogia y proselitismo y convertían el mensaje en un documental. Un monumental abuso y una absoluta falta de respeto a la Asamblea Legislativa.

Hay que tomar cuenta de que se trata de un sometimiento republicano a la indagación pública y no un acto de promoción presidencial. Es una actividad constitucional que en otras partes del mundo constituye el informe del estado de la Nación. Por ende, el Parlamento se erige como el poder prevaleciente para analizar, indagar, sopesar y rendir cuentas.

Quizás no todos tengamos el mismo punto de vista, pero es menester reconocer que el Presidente Arias no abusó del tiempo para imponer el suyo, hizo gala de una figura retórica elegante y fue generoso con el público, además de –reitero—respetuoso del marco constitucional.

Me extrañó, eso sí, el exceso del Presidente de la Asamblea Legislativa. Su entrega total e incondicional al discurso presidencial no me pareció apropiada, no creo que sea oportuna y no me parece pertinente. Asimismo, no estimo que el mensaje presidencial requiera de muletas ni vientos que inflen sus velas.

Lo correcto es que se abra un debate legislativo, serio y amplio, y no que el Presidente de la Asamblea aproveche la ocasión para glosar lo que no necesita glosa.

¿Qué pasaría si el Presidente del Legislativo fuera de otro signo, enemigo o adversario político del Presidente de la República? ¿Verdad que sería inapropiado, grotesco e inoportuno que se rajara a llevarle la contra y a comentar con sorna su contenido? Pues bien, considero que si no es sabio contestarlo para apuntalar un lado, tampoco lo es para empujar en el otro sentido.

Queda dicho.

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